Metro la raza
Haydee Ramos Cadena
En la
adolescencia transité
entre los
pasillos de la ciencia
con
llanto en los pechos,
y un
dolor de la periferia al centro.
Me volví
roja entre las piernas
con los
pezones a punto de reventar
y las
axilas húmedas,
quise
besarme con cada novio bajo la bóveda celeste,
creí en
los labios de los 16, de los 17, de los 20
que
sostuvieron mi mano,
a los 27
el amor es una trasgresión del egoísmo
que sólo
sabe reciclar experiencias.
El amor
es el único cántico norteño
que
aprendí con humildad
en el
barrio de los que nunca tuvieron pretensiones,
y que
irremediablemente saben
que el
tiempo pasa para nunca ser otra vez el mismo segundo
como ley
de gravedad de todos los humanos.
Hoy
regreso a la ciudad con una mochila al hombro
con todas
las historias de la mujer que soy y no temo,
en el
pasaje de la ciencia
busco mi
constelación como niña de cinco
que
guarda cada uno de mis genes fotográficos.