sábado, 8 de febrero de 2020

La flor púpura

Recomendación del libro La flor púrpura 
  • “Los ojos de la lectura no son impersonales, es la escritora y la lectura juntas que construyen todo lo que podría significar el texto”. Haydee Ramos 
La flor púrpura 
Chimamanda Ngozi Adichie

#novela
#Escritoras
#Africanas 
#Migrantes 
        

Uno recuerda a través de las letras de La flor púrpura, el tiempo, las personas, la casa en la que vivió. Los días de adolescencia y niñez, parece que sucedieron ayer, inmediatamente es inevitable oler la sensación de ese momento en las páginas. 

La flor púrpura cuenta esa historia de cuando se florece en la casa como en un campo de flores o si se florece en un lugar minado. Y relata la historia de  un adulto que nunca floreció, y no deja que florezcan los demás, un adulto triste que fue invadido por la religión, el trabajo y el poder comienza letalmente a prohibir el ser de los otros. 

Eso describe Chimamanda con una sutil delicadeza sus personajes, y nos lleva a mirarlos, a entenderlos desde ese actuar y juzgarlos menos (un breve beneficio de la lectura). 


Todo cae poco a poco entre el tejido de una casa donde no se puede reír, un lugar donde no se puede amar a quienes salgan de esta norma, todos perderán su tranquilidad, y la violencia patriarcal será el cinturón del comportamiento. 

Entonces la timidez en los personajes crece, los anhelos, los sueños, el amor y todo aquello que no puede cumplirse se marchita, o se lucha ferozmente por lograrlo, o se defiende a sangre para protegerse. Esos serán los caminos que se verán obligados a elegir estos personajes. 

En la novela todo se dibuja dentro de esa casa, una figura de un adulto, que se vuelve tan grande, que no deja espacio para respirar a los demás, ni siquiera en el silencio.



¡Qué terrible vivir en el silencio, en el autoimpuesto y el perpetrado! Los personajes congelados se callan, necesitan alejarse de toda realidad porque no pueden, porque no saben vivir, porque no pueden expresarse porque algo adentro se murió. 

El ejercicio de esa violencia tiene la marca más dura, perpetrarse en el silencio de la existencia propia, donde es imposible escuchar la propia voz. Sin embargo, la escritora aunque nos lleva por el llano más seco, encuentra una esperanza: quién quiera reír, reirá y florecerá, aún en la más rara y bella especie.

La flor púrpura es un mapa de los caminos que subyacen a la violencia patriarcal, el cariño contra la política cultural imperante en toda una época. Aún así la risa se escuchará entre las casas y las calles llenas de pobreza y tradición de la región, las costumbres no conquistadas ni impuestas como el cristianismo. La calidez de la tierra africana te consternará y emocionará en la historia.