lunes, 22 de agosto de 2016

Declaración de fe de Rosario Castellanos

La siguiente lectura es: 

 Esta es mi Declaración de fe. 

 

Sanshiro de Natsume Sōseki

Sanshiro es una novela, que explora las sensaciones humanas, que ocurren cuando se entra en la universidad. Se siente la libertad a través del personaje principal que lleva como nombre un homónimo al título de la novela. Esta autonomía se traduce en soledad, inquietud, búsqueda del amor, curiosidad intelectual y sobre todo amistad. Está situada en el inicio de la etapa universitaria. Sanshiro es un habitante de provincia que viaja y se aleja de la familia para estudiar literatura. 



Los personajes masculinos en la novela exploran, buscan; el mejor amigo de Sanshiro lo saca de su cotidiana intelectualidad, entonces  la búsqueda se esparce por los trenes, la ciudad, los bares, las mujeres, caminar y explorar, es decir, definirse a través del mundo no sólo de los libros. Sanshiro se apropia de nuevos lugares y lo hace reflexionando a través de lo que observa, busca la quietud y la reflexión como herramientas ante su nueva situación. 

Las mujeres son esas figuras de la época, vivo retrato que realiza Sōseki, a través de Mineko, una joven atrevida, autónoma, de carácter y temperamento fuerte y un poco voluntariosa. Sin embargo, lo más importante de Mineko es la figura fuerte que representa dentro de esta historia, ya que estudia y  recibe los privilegios de su clase, en una época con un predominio patriarcal donde los hombres o las familias deciden el curso matrimonial de las hijas y no todas reciben estudios universitarios. 



 
La doble dicotomía de una situación femenina se hace presente en la pluma de  Sōseki, por un lado el dinero que le abre las puertas a Mineko a un mundo de posibilidad y por otra parte ese mismo dinero que se las cierra para casarla. Sanshiro enamorado de ella, sabe bien que ni todo su carácter ni toda la empatía podrán unirlo a ella. 

Esta novela es recomendable si quieres recordar la época universitaria, conectar esos sentimientos de ”comenzar algo" y las ”expectativas que se construyen en lo nuevo", y  si necesitas explorar ese estado de ”perdida o perdido" . Respecto a los personajes femeninos, el novelista se adentra muy poco, son personajes femeninos vistos desde afuera con complejidad, pero algo interesante que se puede leer, es la situación femenina de una época y la lucha indomable por posibilidades que estos personajes hacen, para no ser ”casadas". Luchan contra su destino, Mineko no lo logra pero por hay otra mujer en la historia que mantendrá la lucha. 



 

viernes, 5 de agosto de 2016

Conciliar desde lo femenino



Conciliar desde lo femenino

Por: Haydee Ramos Cadena



Conciliar es un verbo arcaico, que significa unir dos visiones, dos voluntades, dos acuerdos. Un concilio que no sólo debe hacer la mujer, sino también el hombre, en su entorno y para sí mismo. Aunque muchos concilios en el pasado fueron dirigidos por hombres en el entorno, y eso creo desventaja para las mujeres, los concilios dentro de casa, la mayor parte los han establecido las mujeres.

Esta constante acción de negociación que va de lo interno a lo externo, debe ser una actividad dirigida por ambos. El concilio en el hogar es asunto de dos, luego de tres y así sucesivamente, un acompañamiento de irnos mirando a la par y en el camino dentro del territorio que habitamos en conjunto y las necesidades y libertades que habitamos. 

La cultura patriarcal nos enseñó que como mujeres debemos estar en casa, ser esclavas modernas y ser las cuidadoras del hogar en el ámbito, físico, emocional y social, pero esto no es así, no nacimos para sostener un hogar emocionalmente y ser las eternas conciliadoras que unen y mantienen a la familia. 



De hecho, esta es idea difícil de sostener para cualquier mujer sin que tenga que pagar un precio caro. Es cierto que deben existir pactos, acuerdos, concilios donde primero decía Elena Simón enseña que, para negociar, las mujeres necesitamos hacer tres pactos: el pacto intrasíquico con nosotras mismas; el pacto intragenérico entre las mujeres, y el pacto intergenérico con los hombres.
El conciliar no es una labor sólo de la mujer, en esta acción se implica a dos, el hombre también se enfrenta a negociar con sus propias emociones, querencias y voluntades por eso debe volver a verse a sí mismo desde la sensibilidad humana, no del control o el poder. Él necesita aprender a negociar frente a la mujer como una compañera para verla de igual a igual, no desde el lugar de privilegios y premisas que se han dado por verdaderas en la cultura.
Esta conciliación feminista implica primero un concilio conmigo misma, darse el tiempo de sentirse y acomodarse en un lugar agradable. Renunciar y cuestionar los mandatos culturales, sacarse las culpas y las responsabilidades que el patriarcado ha impuesto por ser mujeres. Después de auto conciliarme puedo conciliar y pedir a mi pareja que se concilie con él mismo, para luego sentarnos juntos a conciliar el territorio en común, que es lo único que se puede conciliar en la pareja: lo común.



Conciliar desde el feminismo es auto verse, auto unirse, para ser la propia habitante y defensora de los territorios propios: sea la vida misma, el cuerpo, las emociones, posesiones, etc., y con esta visión se pueden ver las herramientas e intereses propios, y darse cuenta cuáles son las cosas, situaciones, relaciones, que no se concilian con el otro. Esto lleva a concilios justos y equitativos, primero para una misma y después para mirar al otro y no como culturalmente nos han enseñado a no conciliar, a no negociar en el amor sino a darlo todo, permitirlo todo, a renunciar a territorios importantes para nosotras etc. Por eso dicen que el amor romántico mata, y eso es la pura verdad, mata la educación que tenemos sobre el amor.