martes, 27 de mayo de 2014

Soltar el peso



1. el contexto

Perder sustancia atascada en el cuerpo. Mi cuerpo se ha caracterizado desde que soy niña por acumular peso de más. No recuerdo si para esa entonces era amante de las carnitas y todo tipo de azúcar. Lo cierto es que me gustaba comer y comer.

Desde entonces, hablo de los cinco años, tener un poco de peso ha sido un factor acumulativo, por llamarlo de alguna forma. La moda de la flaquez, pues no va conmigo, creo no ser la única mujer que ha padecido las tallas chicas o aunque sea grande la talla es angosta. En fin... compro la ropa que necesito, poca pero con calidad, poca, pero combinable, algunas piezas "locochonas", "estrambóticas" y formales que se me vean bien.

Otro de los síntomas que han sido difíciles para afrontar el peso, la figura y la cultura de la delgadez, es que sino como sano, se me queda y se me ve inmediatamente. Mi cuerpo es un vivo reflejo de lo que hago. Si bebo alcohol, después de determinadas dosis, me hinchó, si fumó, inmediatamente siento como decae mi cuerpo, si no duermo, soy zombieee.

A veces veo a otras amigas super delgadas, comiendo cualquier cosa y cero grasita, su cuerpo es como boa raptor, que puede comer y comer y seguir siendo ese esqueleto sin bolitas. Entonces sin caer en comparaciones, me doy cuenta que mi cuerpo tiene esencialmente una genética indígena, puedo comer los alimentos propios de la cocina mexicana sin ningún problema, es decir, puedo comer perfectamente el maíz, granos semillas, pero no digiero harinas, azúcares refinados y la carne roja es difícil, bueno, y no voy a decir que no digiero, sino que es mas difícil para mi metabolismo comer ese tipo de cosas.

Así que después de analizar mis circunstancias emocionales y las circunstancias contextuales en las que me encontraba, me di cuenta que estaba atascada y necesitaba ayudar a mi organismo a agilizarse, por llamarlo de alguna forma.

2. la mente

Comencé con la depuración emocional y mental: "Todo aquello que no necesito, no lo compro, no lo consumo". "Todo lo que e ingerido de más, lo desecho". Así poco a poco comencé a perder peso.

 Después de verlo como una cuestión física, paso a un plano emocional y ahora me encuentro fomentando una forma de vida para vivir mejor, que incluye sacar emociones y hacer ejercicio para hacer sudar mi cuerpo y sacar enojos, miedos, etc.

En el proceso descubrí cuestiones interesantes, como todas las veces en que me quede callada mientras alguien cometía un abuso emocional y yo no podía poner límites, también me encontré con todas las personas que me juzgaron hasta deshacer mi imagen, poniendo relevancia en mis errores o juzgándome de demás y todas esas veces que no fui capaz defenderme.

Resulta que a veces a las personas no nos gusta hablar de cosas "pesadas", ni situaciones "rudas", porque la gente "bonita o con clase" no habla de esas cosas,  pero estas personas bonitas tienen una capacidad de violencia potencial, no dicha literalmente pero si delicadamente de forma segregaria y menospreciativa en cada acto.

Como parte de este proceso, comprendí que uno puede ejecutar esta forma de actuar, pero también puede ser uno como individuo, blanco de alguna mujer u hombre con esta capacidad altamente violenta para manipular y ejercer el poder.

Resulta que aprendemos a ejercer el poder también por el aprendizaje en nuestras casas, por parte de las figuras centrales como son nuestra madre o padre. El poder es un mecanismo muy viejo que pocas personas saben utilizar, sin utilizar a las personas, sin lastimar y sin juzgar.

3. lo material

En lo físico, me inscribí a un gimnasio que ofrece clases de todo tipo y tiene unas instalaciones alucinantes con aparatos para cardio e instructores preparados, simplemente me encanta ir y después tomar un baño de vapor.

Mediante el ejercicio depuro cuerpo, mente y acelero mi organismo,  creatividad, etc. Descubrí el ejercicio ya a mi treintas, pero es algo que fomentaré en mi hija, por necesario y disfrutable.

Finalmente, me di cuenta que tenía que hacer un acto de reconciliación conmigo misma por no saber defenderme y protegerme, y después perdonar a aquellas, sobre todo mujeres, que compartían dos características: rubias y que le daban suma importancia al aspecto físico, que por alguna razón desde niña han sido muy violentas.

Después de todo este proceso de depuración de años de violencia acumulada en mis experiencias, solté de pronto 20 kilos y con esto llegaron transformaciones en casa, transformaciones en mi comunicación. Desarrollé la habilidad para alejarme de las coralillo rápidamente y evadir a las troncha-toros, pero lo más, más importante es que identifico internamente cuando algo de mi se comporta violentamente como las coralillo y troncha-toro. Sigo en este trabajo de constancia, el mejor de todos, amarme.